jueves, 4 de marzo de 2010

Reviviendo la independencia

Por Yulieth Alban Galindo

Conocer las realidades pasadas es tarea de todo hombre que se inquiete por saber de dónde viene y para dónde va. Quien no sabe lo acontecido anda huérfano de historia, pues lo que somos hoy es pálido reflejo de lo transcurrido antaño. He aquí una narración que trata de reunir y describir episodios acerca del pasado:

Las clases del miércoles terminan alrededor del medio día, sin embargo la vida no siempre se debe reducir a la casa, universidad y viceversa; por ello decidí quedarme un rato en la cafetería con mi amiga Silvia. Entre conversaciones de proyectos y trabajos, resolvimos ir a la biblioteca Luis Ángel Arango para sacar unos libros que nos podrían ayudar para la investigación de la tesis.

El encuentro con algunos amigos, una llamada y la pereza hicieron que dudáramos ir, pero cuando el mundo conspira para que pase algo; ni las personas, ni las situaciones y mucho menos nosotros mismos lo podemos evitar; si bien no confió mucho en la fuerza del destino, esta vez nos ganó la partida.

Llegamos a la carrera 13 con 63 para coger el bus que necesitábamos, pasaron varios, pero el afán de nuestras mentes decidió tomar el “Centro”, éste nos dejó a unas cuadras de nuestro destino. Revisé la hora, el reloj marcaba la 1:05 pm; continuamos nuestro recorrido pensando, planeado salidas y hablando sobre algunas anécdotas que permitían nuestra distracción ante tanta multitud.

Entre el centro, el humo, las construcciones, la comida, la gente, los indigentes y los miles de vendedores ambulantes, por fin llegamos a la biblioteca. Al ingresar y subir las escaleras algo llamó nuestra atención, en la pared del lado derecho había tres cuadros, algo raros, grotescos, pero con un gran mensaje. Nos acercamos un poco más. Particularmente me detuve anonada observando el detalle de cada fotografía; un señor, una vieja calle y un florero eran lo que fácilmente se reconocía. A primera vista parecía un cuadro corriente, pero al fijar la vista y poner a trabajar la memoria, descubres que las fotografías son un homenaje a ese gran hecho que marco la historia de los colombianos, la independencia.

ARTE INDEPENDIENTE

Eran las dos de la tarde, el clima estaba desesperante y el salón BAT de Arte popular (el cual había sido inaugurado el pasado jueves cuatro de febrero), estaba abarrotado de personas. La variedad de obras adornaban el salón, un hermosísimo tricolor se hacía presente en todo el lugar.
El salón BAT giraba alrededor del Bicentenario de la Independencia, cada obra constituía un registro iconográfico de la historia de nuestro país vista desde los ojos de los artistas empíricos y hoy vista desde los ojos periodísticos y culturales.

Al pasar por las obras, logramos percibir el objetivo de cada artista. Sus trabajos pretendían reflejar que nuestro país no vivió una sola independencia, por el contrario cada lugar llevo a cabo, a su manera, un proceso, unas heroínas y unas glorias.
En ese momento, pasa el vigilante del salón y decido preguntarle por los artistas (puede sonar irónico pero muchas veces tienen más conocimientos que los historiadores). Aquel señor gordo de uniforme azul (denominado por su presilla Vásquez), se acerca a nosotras y algo animado, con voz ronca, empieza a presumirnos como el día de la inauguración conoció a la Viceministra de Cultura, María Claudia López y a la primera Dama de la República, Lina Moreno de Uribe. Según él ahora son íntimos.
Después de los cinco minutos de fama del vigilante, le recordamos la pregunta inicial: ¿Señor Vásquez sabe usted algo de los artistas que participaron? - Ah, sí claro- responde mientras nos hace señas para que lo sigamos.

Primero nos muestra la obra denominada Independencia Ida, la cual plasma el hecho histórico en una corbata. Posteriormente, nos lleva a un cuadro pintado con aerógrafo y otro elaborado con materiales reciclados para así terminar el recorrido en un florero. En ese momento, el Vigilante Vásquez, nos explica que esas son las obras que a él más le gustan por su originalidad y nos explica que “pintar estas obras no fue nada fácil porque cada artista debió investigar e interpretar el papel que jugó su región durante el proceso de la Independencia”.
El Vigilante no se equivocaba, pues al pasar por cada obra, el observador puede revivir la historia y remitirse a aquel momento tan importante para los colombianos, para así sentir la lucha por la libertad que aún palpita y hallar los cimientos de nuestra identidad.

REALIDAD HISTORICA

Diferentes expresiones, técnicas y tendencias sobresalen en el salón. En cierto modo, cada asistente al entrar se vuelve independiente. En el salón, se puede observar que cada espectador tiene percepciones inesperadas, lecturas novedosas e interpretaciones insospechadas acerca de los 200 años de la independencia.
Entonces, después de una tarde extraña pero muy agradable, llegamos a la conclusión que el salón BAT refleja la historia de Colombia vista desde lo popular. Por eso, invito a todos aquellos que deseen revivir la historia para que visiten el salón BAT de la biblioteca Luis Ángel Arango, les aseguro que se encontraran con diversidad de culturas, técnicas, pasiones, estéticas y sensibilidades”.

“Revivir lo ocurrido es esencial para no morir en el olvido”

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